LOS ALCALAREÑOS ANTE
LA GRAN DEVOCIÓN A SU PATRONA
Si la mañana fue una multitudinaria muestra de fe, la
tarde no podía ser menos, ante la visita de la Patrona al pueblo alcalareño.
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REPORTAJE GRÁFICO: ALEJANDRO CALDERÓN |
La tarde del 15 de Agosto, Alcalá se echa a
la calle para acompañar por sus calles céntricas de la ciudad, a la Patrona,
durante un recorrido que cuenta con grandes momentos celestiales. La salida a
las nueve de la noche, todo medida, la bajada por su cuesta que lleva su
nombre, la parada obligatoria a las puertas del Señor de Alcalá en la Parroquia
de Santiago. El trazado por la calle Herreros, donde cada año vecinos y devotos,
se esmeran en su decoración, acompañada de una gran petalá. La visita deseada
en la Residencia de La Milagrosa, o esa revirá en la Plaza Cervantes. Son los
momentos cumbres que ningún alcalareño se quiere perder.
Todo está perfectamente bajo un buen guión
escrito desde hace años, que va engrandeciendo de generación en generación. No
existe detalle, por pequeño que sea, que se escape a la fidelidad de un rito. Desde
la primera levantá en el interior del Santuario hasta la última en el dintel de
la puerta para su entrada, está más que medido. Desde las primeras notas
musicales con la Marcha Real, hasta la última nota musical ante de la entrada.
Todo está medido. Desde el comienzo de los preparativos de los costaleros,
hasta las reuniones previas entre capataces y cuadrillas, todo está medido. Y
en el centro de todo, una Virgen, a la que los alcalareños llevan rezando casi
toda una vida.
Nada o casi nada sucede por imprevisto en la
tarde del 15 de agosto, en las casi tres horas y media que tiene de duración la
visita de la Patrona al barrio bajo de Alcalá. Todo se encuentra prefijado
desde hace muchos años, heredado y transmitido. Es la procesión que mantiene la
perfección y la gran devoción, por la que muchos alcalareños no dudan, año tras
año, en asistir a pesar del calor o la distancia si se encuentra en periodo
vacacional, y reencontrarse siquiera por unas horas con esa bella sonrisa que
transmite la que es Patrona y Alcaldesa Perpetua de Alcalá.
La procesión finaliza, casi en un abrir y
cerrar de ojos. Casi sin darnos cuenta, a pesar del tiempo esperado. Una noche
veraniega, donde ya a la entrada y en lo alto del Castillo corre una brisa que
permite hacer más liviano a los costaleros la vuelta a su casa. Lugar donde no
sólo un día visitan los alcalareños, sino donde descansan muchos de ellos al
lado de la Patrona de Alcalá.
Un testimonio de fe, una gran devoción
alcalareña.
Alejandro
Calderón Sánchez
GALERÍA GRÁFICA