El
Domingo de Ramos que ni en los sueños aparece
Seguramente nadie haya soñado una jornada de
Domingo de Ramos como la que vamos a vivir, en casa, intentando que este
confinamiento sea lo más ameno posible engalanado nuestros balcones y poniendo
incienso. Tendría que estar viendo ramas de olivo por San Agustín, pero este
año hay que conformarse recordándolo por fotos de otros años y con el wi-fi
puesto intentando no perder la conexión a la emisión de la misa de Palmas.
Menos mal, que gracias a la tecnología podremos revivir momentos de otros años,
como el que hará mi Hermandad con una programación especial para que le llegue
a nuestros hermanos.
Este año, no podré meterme debajo de las
trabajaderas de mi Cristo de la Bondad y poder pasearle por Alcalá, pero no
habrá minuto que no me acuerde de Él. Y también voy a echar de menos, la
entrada de mi Virgen de la Oliva, y el momento en el que todos sus hijos le
rezaban al son de Encarnación Coronada.
Sigamos rezando desde la distancia y
encomendándonos siempre al Señor y a la Santísima Virgen por el fin de esta
pandemia. Porque nuestra fe, no se suspende.
Daniel García Villalba